En abril de este año Antonio Walker, luego de una larga carrera pública y privada siempre ligada a la agricultura, asume la presidencia de la SNA. Cuáles son sus desafíos, aquí los detalla.
Hace cerca de tres meses que Antonio Walker tomó un nuevo desafío en su vida, convertirse en presidente de la Sociedad Nacional de Agricultura hasta el año 2025. “Estaba de vuelta en mi campo en Curicó, muy cómodo, pero se me presentó esta posibilidad de trabajar junto al mundo gremial. En un principio me resistí a la idea, pero luego de algunas conversaciones y conocer en profundidad la linda labor de la SNA no pude quedarme fuera”, cuenta Antonio Walker.
Ha tenido una vida ligada a la agricultura, desde chico le tocó acompañar a su abuelo a un campo que tenía en Pirque, en ese momento supo que era el lugar donde quería estar. Hace 37 años comenzó en El Maule con un campo frutícola y de a poco, fue encabezando y participando de diferentes cosas ligadas al rubro, donde ha estado en proyectos como Fruséptima (Asociación Gremial de Fruticultores de la séptima región), Pomanova, y su exitosa exportadora de frutas Wapri. Además, se desempeñó como presidente de Fedefruta y ministro de Agricultura. “De a poco fui viendo el impacto social que tiene la agricultura y eso me fue enamorando de este sector”, recuerda el presidente de SNA.
Está muy contento por el equipo con que se encontró cuando asumió como presidente, “me encontré con un grupo de gente muy joven, trabajador y afiatado, que maneja muy bien la institución. Me he sentido muy cómodo trabajando con ellos como también con las filiales”, agrega Antonio.
Su familia lo ha acompañado en este nuevo desafío, su señora y sus seis hijos están contentos de este nuevo paso que dio en su vida, a pesar que hay momentos que le signifique no estar presente, pero él sintió que tenía una responsabilidad con este rubro que no está pasando un buen momento.
En este tiempo, ha tenido la posibilidad de viajar a más de 10 regiones, esto le ha facilitado definir los desafíos y los ejes de su administración. Uno de ellos es el agua y la búsqueda de una infraestructura hídrica que ayude a asegurar ese recurso para la producción de alimentos. También, contribuir con el financiamiento de los pequeños agricultores, ya que por las últimas temporadas no han logrado obtener las ganancias suficientes para mantenerse o crecer.
Asegura que como lo ha manifestado muchas veces, para él la asociatividad es fundamental. “Creo firmemente en la asociatividad en cualquier de sus formas; cooperativismo, SA o los GTT. Es fundamental romper el individualismo y trabajar en equipo”.
Además, ha compartido con los grupos de transferencia tecnológica (GTT). “En los GTT tenemos la oportunidad de transferirnos los conocimientos y uno aprende mucho de la experiencia del otro, se multiplican las experiencias”, dice. Y agrega: “En lo personal integro el GTT Frutal y Gestión 2000, y llevamos 25 años en que nos juntamos una vez al mes a intercambiar ideas. Todos hemos crecido profesionalmente, hemos mejorado en eficiencia y productividad, hemos podido bajar costos y aumentar las producciones. En los GTT las habilidades de los miembros son diferentes y nunca falta el integrante que es más inclinado a maquinaria, a otros que les gusta el árbol y fisiología u otros más computines… cada uno tiene distintas características y se aprende mucho del talento de los otros. Creo firmemente en los GTT y tenemos que multiplicarlos”.
Para él, asegura, es indispensable avanzar en una mayor asociatividad entre los agricultores. “Me interesa que nuestro gran legado sea el desarrollo de la pequeña agricultura, queremos sembrar una semilla en la asociatividad, en unir a los agricultores de Chile para que sean una voz para lograr lo que la agricultura necesita”, concluye.
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