Este mes se dio inicio al proyecto de validación del cultivo de azafrán en la región de Tarapacá, como cuenta Claudia Monsalve, gerente del Consorcio del Desierto.
Este proyecto es parte de la línea de desarrollo de cultivos de nuevas especies para la diversificación de la matriz productiva en el desierto, específicamente parte del Proyecto llamado: “Determinación de especies vegetales para impulsar el desarrollo y escalamiento de cultivos con alto potencial y factibilidad de adaptabilidad a condiciones áridas”.
Es liderado por la Universidad Arturo Prat a cargo del profesor José Delatorre con la empresa asociada Agrícola Chiffelle.
“Estamos desarrollando el primer cultivo de azafrán en la Pampa del Tamarugal (validando una técnica ya probada por el equipo ejecutor en pilotajes anteriores), un proyecto que nos tiene muy entusiasmados, no sólo por una nueva producción en este territorio sino por el comprometido trabajo de un agricultor local (Fernando Chifelle) que se suma a esta apuesta de diversificación”, comenta Claudia.
El azafrán es un condimento culinario obtenido a partir de los pistilos de la flor Crocus sativus. Se utiliza como especia (colorante y aromático) para dar un color amarillento a los alimentos y como remedio natural ante importantes afecciones, por ejemplo, del sistema digestivos, de distintos tipos de cáncer, entre otras.
La cosecha de la flor por su delicadeza es manual, ya que así se puede obtener de la mejor forma el azafrán comercializable. “Hay países que son grandes productores de azafrán, como España y si se logra producir bien en el desierto chileno (en términos de volumen y calidad), podemos convertirnos en grandes productores también”, concluye Claudia.
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